lunes, febrero 10, 2014

Phillip Seymour Hoffman y la cultura de la muerte temprana

Hoy se cumplen ocho días de la muerte del gran actor de cine y teatro Phillip Seymour Hoffman.

Muerte inesperada para muchos, sobre todo quienes no seguimos los chismes y hábitos personales de los famosos. A algunos otros no les pareció tan extraño, debido a su historial de drogadicción pesada.

A mi parecer, uno de los mejores actores que ha dado Estados Unidos en nuestra época, con trabajos increíbles como Capote o Synecdoche, New York; con un enfoque serio en su oficio y sin el tipo físico clásico de los actores de Hollywood, lo cual hizo que se ganara el respeto de su audiencia y compañeros.

Sin embargo, aún no había logrado el status de gran estrella o de genio de la actuación a nivel de, digamos, Joaquin Phoenix o Daniel Day Lewis.
Reitero el aún no, porque el largo, y tal vez interminable camino a la realización artística de Hoffman aún estaba en una etapa temprana.
Lo que había logrado en su vida es más de lo que muchos hemos logrado, con un poco más de tiempo quien sabe hasta dónde pudo haber llegado. Tal vez a descubrimientos importantes, solo resta especular.

Y esta especulación es lo que chinga. Lo que a mi me interesa.

Cuando iba a la escuela de cine tuve mas de tres compañeritos que solían decir en las borracheras, que soñaban con tener el mismo destino que Kurt Cobain, Amy Winehouse o Jim Morrison: morir tempranamente, por sobredosis o suicidio, después de una breve, pero importante carrera artística. Casi al inicio de ella.
De esa manera justificaban su afán por las drogas, la mayoría de ellos sin hacer mucho con sus carreras artísticas, solo especulando y planeando, platicando y adulándose en las fiestas.

Vivir de la especulación o generar un mito por ella es un vicio artístico muy grande, al igual que el establecimiento en la zona de comfort: llegar a un punto en donde las cosas funcionan y no sobrepasar los límites.
Quienes llegan a zonas de comfort probablemente vivan bien, pero pierden el respeto de otros y de si mismos, se convierten en estrellas opacas que alguna vez brillaron muy fuerte.

El tipo de artista valiente, como Phoenix o Day Lewis es duro y crítico consigo mismo. Ambos decidieron retirarse un tiempo y meterse en una búsqueda para mejorar, sobrepasarse a si mismos. Lo lograron y ahora son dos de los artistas más reconocidos y admirados por lo que han hecho, mientras que a Cobain y Morrison los admiramos por lo que hicieron, pero también con lo que creemos que pudieron ser.

El hecho de que los jóvenes artistas aspiren a ser esto, es una combinación letal de conformismo: crear fama por especulación, establecerse en una zona de comfort y altanería juvenil en el hecho de creer que simplemente por esto, y no por un trabajo serio y a consciencia, serán recordados.

Es también una postura irresponsable y egomaniaca hacia el arte, si lo pensamos como una de las máximos logros en la evolución intelectual y sentimental del hombre. Es una falta de respeto y una desgracia para con la responsabilidad que tienen los artistas en la evolución del mundo, que se deriva de la evolución de ellos mismos.
Un artista muerto a temprana edad, al igual que una obra que no se realiza, es una gran desgracia para el mundo.
Puedo especular sobre lo que pudo pensar Hoffman al momento de su muerte, probablemente pensó en la desgracia que su muerte conllevaba para si mismo. Nosotros pensamos en la desgracia que fue para nosotros y nuestro tiempo.
Especular y especular.
Solo resta hacerlo sobre lo que no hizo Hoffman y admirar lo que si hizo. Pero, también podemos hablar sobre algo que él mismo dijo "si alguno de nosotros morimos por drogadicción, serviremos de ejemplo".

Esperemos que sea un buen ejemplo para los que quieren hacer arte, y no un ejemplo destructivo.
No se vive de promesas. Se muere de ellas.

Vivir el arte con promesas es irresponsable. Y cuando uno es artista, tiene responsabilidad consigo mismo, tanto como con el resto del mundo, porque es expositor y representante de una de las demostraciones mas altas de la inteligencia y sensibilidad humanas.

Que descanse en paz, uno de mis actores favoritos que todavía se me quedó en promesa.

Foto: Phillip Seymour Hoffman. Por Erasmo Rodríguez. 

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