martes, marzo 04, 2014

NIÑO DE OCTUBRE

Hace algunas semanas, fui al inicio de temporada de Niño de Octubre en el Teatro Alarife Martínez Casillas. Se trata de una obra de teatro escrita por la reconocida Maribel Carrasco, montada por el también reconocido grupo A La Deriva Teatro, con dinero público (tuyo, mío, próximamente del pepenador), obtenido mediante la convocatoria Jalisco a Escena 2013 en su sección infantil.
Hace poco también, hice alusión a esta obra en mi texto sobre Encuentros Secretos de Aristeo Mora (enlace aquí: http://laguaridadelcritico.blogspot.mx/2014/02/encuentros-secretos.html ), por la relación que tienen al haber sido también beneficiada con el mismo incentivo.
Después de hablar al respecto con familia y amigos quienes critican lo que escribo, (porque cuando uno critica también tiene que estar abierto a escuchar) llegué a la conclusión de que cometí un error de juicio al ponerlas en comparativa de la forma en que lo hice, lo cual es una falta de respeto para los creadores de ambas obras, para usted lector y para el oficio que estoy desempeñando. También llegué a la conclusión de que es importante hablar sobre ella para que tanto el público como los creadores tengan una opinión y un registro, contando con toda la libertad de tomarlo en cuenta o no hacerlo.
Esas mismas personas me comentaron que esa parte se sentía escrita exclusiva para los teatreros y no para el público general, tienen razón y es por ello que me parece necesario que esta específica crítica esté dividida en dos, una parte para el público general y la otra para los del medio del teatro local, por supuesto con la completa libertad de leer lo que cada quien guste.

Aquí inicia la parte para el público:

Niño de Octubre es una obra escrita por Maribel Carrasco, texto ganador del premio INBA a la mejor obra de dramaturgia infantil. Reconocida por su trabajo al acercar a los niños a temas sociales y humanos muy importantes, en este caso la donación de órganos y el cáncer infantil.
La obra fue montada por el grupo A La Deriva, dirigida, como habitualmente hacen, por Fausto Ramírez y Susana Romo, y actuada por los histriones de cajón del grupo.

Todos ellos nos cuentan la historia de dos niños, relacionados trágicamente por la enfermedad. Uno es Hugo, un niño enfermo, sin cabello, ojeroso y débil. La obra muy acertadamente nunca dice con todas sus letras la enfermedad que lo aqueja, para que los niños del público cuestionen, complementen la información.
El otro es Figo, un niño muy débil y enfermizo que quisiera ser un niño normal, pero para poder hacerlo, necesita un corazón rojo como una manzana.
Ambos son encerrados en una habitación, se conocen, platican, hablan sobre sus sueños y aspiraciones para la mañana siguiente mientras sus padres los esperan afuera.
Es entonces que viven un viaje onírico y mágico, donde conocerán personajes peculiares que los guiarán a obtener lo que necesitan. Un manejo inteligente de un transplante.

Una dramaturgia maravillosa, el texto infantil más inteligente y humano que los padres de familia en Guadalajara pueden llevar a sus hijos a verla por su tema y texto tan atractivos y necesarios.
Los que hayan ido a ver otras obras de A La Deriva encontrarán la misma fórmula y manera de escenificar que es a muy muy grandes rasgos, una separación actor-personaje para narrar la historia o partes de ella. También podrán notar una severa y notoria disminución de la calidad con respecto a sus anteriores obras infantiles como 68 Veces la Luna (que hacía un uso maravilloso de los elementos escénicos: unos paragüas) o Adiós Querido Cuco (la cual, lamentablemente, terminó para siempre, a menos que la pida privada, en esa se nota el trabajo creativo y pensado con el espacio, la escenografía, las actrices y los elementos escénicos), la disminución se ve tanto en la actoralidad, el manejo de los elementos y espacios escénicos, la luz, el ritmo y la manera que se cuenta.

Varios actores interpretan diferentes personajes mágicos o cotidianos en la obra, ancianos sabios, lagartijas que dan lecciones de vida, los padres de los niños, etcétera. Es muy lamentable ver un trabajo flojo de actores, al parecer, ya confundido con el estilo propio en el que siempre se basan. Los actores nunca logran transformarse en su variedad de personajes y como consecuencia no los interpretan de manera convincente; probablemente por el estilo al que se ciñen, siempre se ven dejos de ellos mismos, manerismos, tonos e incluso algunos vicios actorales, lo cual ocasiona que la magia de los personajes casi se esfume, al verlos hablar casi siempre en un mismo tono, recitando las frases, gritándolas y articulándolas de una manera que se percibe contraria a lo que el texto ofrece y busca. Habría que considerar si el estilo escénico es el adecuado para esa obra o una fórmula que no le va.
Los espacios y elementos están usados mediante la misma fórmula acostumbrada por A La Deriva, usar dispositivos escénicos simples para cambiar creativamente los escenarios entre escenas. En esta obra por ejemplo, utilizan cuadros de tela, como de hospital o marcos con una suerte de persianas, sin embargo, ya están usados de manera sosa, se siente evidente y ya sin relación fuerte con lo que sucede en el drama, los personajes o incluso la iluminación (algo muy bien usado en Cuco), lo cual en si causa una ruptura del texto (el fondo) con la forma (la obra), en momentos incluso parecen buscar el auto-homenaje chauvinista forzado, lo cual no sería necesariamente criticable si la obra estuviera montada con creatividad y pasión, pero en este caso, me parece inaceptable.
Pienso que habría que preocuparse más por montar con dignidad una obra tan maravillosa que en auto-homenajearse.

Esto hace que la obra pierda muchísima de su fuerza emotiva, solamente lograda por el mismo texto, lo cual, en mi opinión, es algo muy lamentable, porque en vez de hacer que la obra gane al ser montada, pierda y se vuelva dispersa.

Muy recomendable para ir a conocer el texto, comentarlo con sus hijos, no ver el mal teatro para niños que abunda en Guadalajara, usando materiales plagiados, pero que aseguran la entrada infantil, la entrada de dinero.
Sin embargo, hay que decirlo, estrictamente, esta obra es ya muy pobre como pieza, sin compararla con las otras en cartelera.
Además, recuerde que se hizo con su dinero y le estarán cobrando una entrada de mínimo 70 pesos.

Niño de Octubre se presentó todo el mes de febrero, los fines de semana, en el Teatro Alarife Martínez Casillas. La entrada costaba 70 pesos general (barato, para los estándares del teatro).
Cuando haya nueva temporada, avisaré.



Fin de la parte para el público. Aquí inicia la parte para los teatreros:

Siendo conscientes de lo que puede o no puede hacerse cuando se monta una obra artística y cuando se solicita un dinero al estado, me parece que debemos hacernos las siguientes preguntas, que tienen que ver con nuestra responsabilidad como creadores, entre creadores y con el público al que nos debemos:

-¿Cuál es el objetivo de pedir una beca del estado para montar una obra de teatro?
-¿Somos conscientes de que ese dinero, de los impuestos de todos, no es para el entretenimiento o la buena vida personal, sino para elevar el capital artístico del país, el patrimonio que todos tenemos por derecho de producción?
-¿Somos conscientes de que, como creadores escénicos, tenemos la responsabilidad de hacer un trabajo creativo e innovador (tal vez no para el mundo, pero al menos para nosotros mismos) per se?
-¿Somos conscientes de que esta responsabilidad se acrecenta aún mas cuando el dinero usado es del público, tal como si tuviéramos que rendirle cuentas a un empresario?
-¿Podemos darnos el lujo de dormirnos en nuestros laureles bajo las condiciones en las que vivimos?
-¿Somos conscientes de que por cada incentivo que alguien obtiene, hay, al menos, 15 incentivos que otros no obtuvieron?
-¿Somos conscientes de que una obra bien gestada que no se realiza es una gran desgracia para la humanidad?
-¿Estamos a la altura de esta realidad?
-¿Es ético lucrar con la producción de una obra que pagó el público?
-¿Es ético acaparar y bloquear otros grupos mediante el blindaje con textos de dramaturgos -famosos?
-¿Somos conscientes de que la autocrítica es una gran herramienta para mejorar?
-¿Será mejor o peor para nosotros superar nuestros límites creativos?
-¿Es ético utilizar el trabajo creativo bien hecho de una persona para legitimarnos ante las instituciones públicas?
-¿Es ético abusar de la confianza de las instituciones públicas y de las personas que las representan?
-¿Es ético arruinar la -primera- experiencia del público ante obras de los grandes (Ricaño, Carrasco) por el mero hecho de ceñirse a una fórmula y asegurar la entrada de dinero de entradas o becas?
-¿Hay o no una responsabilidad al montar un texto importante?
-Como dice su nombre, la zona de comfort es muy cómoda, pero ¿será lo mejor para el artista consumado?
-¿Bajo que condiciones tiene el espectador derecho de expresar su opinión?
-¿Es correcto insultar y ningunear al público que hace estas críticas de frente y sin hipocresías?
-¿Aún si el mismo público pagó por ver y/o producir la obra?
-¿Habrá algo bueno que sacar de estas críticas?
-¿Estamos entendiendo que las críticas no son insultos contra personas o grupos (y que algunos pueden ser excelentes personas y caer muy bien fuera del arte), sino opiniones que el público tiene derecho de expresar?
-¿El derecho a expresarse se acrecenta o legitima al haber pagado por ver la obra o por la producción de la misma?
-¿Qué nos hace pensar que los artistas son los únicos que pueden cuestionar?,
-¿Las autojustificaciones y afirmaciones han llevado alguna vez a algo bueno?
-¿La autocrítica ha llevado alguna vez a algo bueno?
-Después de considerar todos estos puntos, ¿es ético repetir fórmulas?
-Cuando somos ya artistas consumados, ¿seguimos recordando y viviendo congruentemente ese primer impulso que nos llevó a dedicar nuestra vida a lo que quisimos dedicarla?
-¿Somos serios, responsables, disciplinados y profesionales o solo creemos serlo?
-¿Somos artistas o diputados?



Son muchas preguntas que cada quien será libre de contestarse o no. Aquí una carta que escribí precisamente después de ir a ver Niño de Octubre. Son las reflexiones que me dejó en torno a esto, por si es de algún interés: http://laguaridadelcritico.blogspot.mx/2014/02/carta-abierta-para-los-artistas.html

Aquí termina la parte para los teatreros. 

Ahora solamente falta ver Pedazos de Apocalipsis para completar las tres obras montadas con el incentivo Jalisco a Escena 2013.

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