martes, mayo 05, 2015

Escurrimiento y Anticoagulantes

Escribir una obra original requiere pericia, escribir una obra original basada o inspirada en una obra conocida es arriesgado, hacer esto mismo con una obra cumbre del arte es peligrosísimo, esto es porque sin importar qué o cómo se haga, siempre habrá quienes la comparen con la obra original; para ello se ha descubierto la forma de "adaptación" o "inspirada en", un recurso que bien utilizado puede resultar en una obra artística con sus propios méritos, utilizando como referencia para contar algo una obra primigenia anterior. Este recurso intenta utilizarse, pero a menudo no es del todo entendido por sus creadores al intentar imitar la obra en que se basa, las obras exitosas logran una justa media entre la fidelidad al espíritu de la obra original y la nueva propuesta resultante de ese discurso personal que se quiere contar.
Con esto en mente fui a ver la obra de teatro Escurrimiento y Anticoagulantes, escrita por David Gaitán y dirigida por Daniel Constantini, basada en la novela Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski, con las actuaciones de Karla Constantini, Olaff Herrera, Coralia Manterola, Fernando Sakanassi, José Alberto Sigala y Mauricio Cedeño en el papel protagónico de Raskólnikov.

Los que conocen el ambiente del teatro mexicano saben que David Gaitán es el más reciente rockstar de la dramaturgia, la mayoría de sus obras tienen un toque de frescura al tiempo que mantienen una sencillez clásica que las hace disfrutables y digeribles para el público general, sin perder la capacidad de lograrle reflexión, Escurrimiento y Anticoagulantes es una obra escrita de esta manera clásica, siendo fiel en espíritu a la novela original, sin embargo, también cuenta con una extensa y complicada teatralidad, con largas piezas de diálogo, poesía, metáfora y diferentes planos de realidad e incluso dilación del tiempo, ejecutado todo, naturalmente, a través de los más de trece personajes.

Así de complicado como suena, debería buscarse a un director más que capaz, sino talentosísimo, para encontrar la forma de llevar esto a escena de manera ingeniosa y exitosa. Aunque en Guadalajara hay muchos directores que logran llevar puestas en escena complicadas con el mínimo de recursos, Constantini demuestra ser una sabia elección, ya que el mítico maestro y director no solo logra hacer una puesta en escena llena de niveles distintos con un minimalismo técnico memorable y digno de todo reconocimiento, sino que también dirige al ensamble de actores con sincronía, ritmo y fundamentos todo el tiempo, la complicadísima obra logra así asentarse con los pies en la tierra para que el público pueda entenderla y disfrutarla, y en combinación con el texto, generar emociones y reflexiones. Uno comienza a ver la obra y en minutos ya está inmerso en la ficción, se olvida uno que está en un teatro rodeado de público y se encuentra siendo el observador invisible del mundo de Raskólnikov, quien, como en la novela original, mata a su rentera, una usurera, bajo el pensamiento de que se trata de una acción necesaria que mejora al mundo, más allá de los límites de la ética y la moral, una acción que solamente podrían llevar a cabo los seres extraordinarios, esto lo lleva a líos legales y en sus propios cuestionamientos éticos que modifican un comportamiento errático de un personaje interesantísimo.
La diferencia entre la obra original y la pieza teatral está fundamentalmente en que podemos observar y conocer mejor el pensamiento interno de Raskólnikov a través de las voces que le hablan, sus niveles de consciencia  representados en personajes que lo rodean y persiguen todo el tiempo, con contradicciones, arrepentimiento, inseguridades, orgullo y miedos, personajes que le hablan dilatando el tiempo y rompiendo los límites del espacio externo para ingresar en su psique, llevando la fe escénica al nivel del público, no solamente de los actores. Esto es fiel espiritualmente al material original, al tiempo que presentan algo nuevo e interesante dentro de lo teatral.

Para lograr todo esto, además de un buen director, se necesitan no solamente uno o dos buenos actores que lleven la historia, sino un ensamble completo en comunicación y entendimiento, alineados todos para contar una historia. La obra cuenta con un ensamble maravilloso, todas las partes funcionan y se entremezclan en una concentración y coreografía impresionante de casi dos horas de duración. Raskólnikov, como en la novela, es un personaje cambiante, enfermizo, paranoico, los cambios son visibles ante el espectador, se van develando poco a poco, ya sea a través de la historia lineal, que es intrigante y llena de giros y suspenso, como por medio de los personajes que representan su conciencia, rodeándolo todo el tiempo.

Todos los detalles están cuidados al máximo, la música del cuarteto NIMA es atrapante y desconcertadora, al estilo de Bela Bartok, la escenografía es precisa y al igual que la iluminación, es expresionista, aporta mucho a construir una atmósfera que atrape para finalmente narrar muy bien la historia.

A mi parecer, los único tres puntos débiles de la obra son que al principio el ritmo puede sentirse impostado -es un texto difícil y el prólogo es particularmente complicado-, pero al cabo de unos minutos los actores se relajan y todo va mejor, mucho mejor (destaco que fui a la segunda función, seguramente al pasar muchas veces la obra esto se arreglará por completo).
También se tomó la decisión de hacer un intermedio que considero no solo innecesario, sino dañino para la progresión de la historia, es un freno en el escalafón de emociones que uno vive -sin embargo, escuché público que lo agradecía por tratarse de una obra de poco menos de dos horas de duración, en mi opinión, si el público puede aguantar ir al baño o comprar palomitas en un cine, también podría hacerlo en el teatro.-
Y por último y de forma periférica, el programa de mano contiene un conjunto de halagos de Martín Acosta hacia David Gaitán y no una sinopsis clara y atractiva de lo que trata la obra, es sabido que mucho público que no tiene la capacidad verbal para recomendar una obra utiliza los programas para hacerlo, y en mi opinión, es el público quien debe halagar -o no- a un creador, después de conocer su obra, en lugar de los intelectuales del medio o los mismos programas de la puesta. Pienso que los programas deberían tener una sinopsis en vez de textos que solo entenderán los locales.

En resumen, Escurrimiento y Anticoagulantes es una obra muy recomendable, fina, bien pensada, escrita y montada, con actuaciones excelentes y una ficción atrapante a la que hay que prestar atención todo el tiempo, pero que además es digerible para todo público. No hace falta conocer la novela original Crimen y Castigo para entenderla y disfrutarla, teatro fresco que a su vez hace referencia a lo mejor de lo clásico.
Es una de las mejores obras que he visto en Guadalajara.


La puesta está en su primera temporada en mayo y junio de 2015, los sábados a las 7 pm y domingos a las 6 pm. El boleto cuesta 150 pesos general y 100 de estudiante. La obra vale cada centavo.


1 comentario:

  1. Hizo falta nombrar al compositor de la música de la obra: Carlo Constantini

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